Los
agrocombustibles, tan de actualidad en nuestros días, por las subidas del
precio de los carburantes y como solución para los problemas de salud y
contaminación y la escasez de recursos según alega una parte de la industria del
ramo no deja de ser una gran estafa, pues alteran al alza de forma considerable
los mercados mundiales de alimentos, requieren grandes recursos de agua y
ocasionan que los terrenos dedicados a la producción de alimentos se transformen
en factorías agrícolas para alimento de vehículos.
Que
tenemos: una subida brutal de precios de los alimentos básicos, hambre en
muchos países en vías de desarrollo, subvenciones para la producción masiva de
agrocombustibles que solo son útiles en una pequeña parte como complemento a los combustibles fósiles.
Al parecer estudios más actuales están re-diseñando una segunda fase en la que para
el uso energético en vez de maíz, soja, caña de azúcar, semillas etc. se utilicen
algas o productos que no sean consumidos por las personas o su ganado; muchos
nos preguntamos ¿y porqué no se empezó por utilizar como agrocombustibles ese
tipo de cultivos en vez de los usados hasta ahora?, la respuesta tiene que ver
con decisiones políticas, con aplicar soluciones lógicas a problemáticas reales,
con que los que toman ese tipo de decisiones tienen los pies y las manos atados
por grupos de presión y multinacionales; en fin, seguimos estando secuestrados
por los poderes fácticos y las corporaciones de siempre y nuestros políticos como
siempre a remolque. De momento toda esta supuesta revolución de los
agrocombustibles nos ha hecho ver que no todas las alternativas son “limpias”,
tanto en producción de energía como en el reemplazo de los combustibles fósiles
por otro tipo de productos; ni son más limpias, ni más económicas e incluso
medioambientalmente son igual de dañinas. Dos kilos y medio de maíz para llenar
el 5% del depósito de un coche, o sea “comida para coches” no es una
alternativa sostenible.
Fmk,
abril 2008
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