Ante todo hago
constar que soy ateo (cámbiese pues ‘el templo’ por otro símbolo similar).
Unos lo teorizan, formulan, diseñan. Otros lo
apoyamos, consentimos o vivimos dentro, junto, contra o en la periferia pero
dependemos de él. Muchos son las víctimas, los mansos, los que se buscan la
vida chapoteando en él, otros, pocos son dinamiteros, de uno u otro extremo. Una
mayoría son inanes, desmotivados y asqueados que siguen impávidos dejando que “ellos”
les tutelen con su prepotencia de dueños de las ideas y de las cosas. Este ejército
de inanes está socavando los cimientos del templo para alegría de los señores
que alientan y sufragan la inacción; ellos no lo saben pero esa es la
estrategia de los amos, de los poderes fácticos de siempre.
De eso
se trata de Amos y Títeres, esa es la fabula.
Al sistema, templo o estado del bienestar o
malestar (depende) difícilmente le vemos la cara, pero existe; no nos gusta,
está claro, porque a nadie le gustan las normas, decirle lo que tiene o no que
hacer, pero de alguna forma todos admitimos que tiene que existir cierta
estructura, carril o guía de conducta e interrelación de intereses, algún vehículo
civilizador para nuestros impulsos irrefrenables, egocéntricos y a veces
salvajes.
Si como dijeron Marx y otros --hace tiempo— estuviéramos
educados, equilibrados emocionalmente y con la riqueza distribuida y las
injusticias mitigadas, si la solidaridad prevaleciese y fuera algo natural la
cooperación en vez de la competitividad posiblemente podríamos desmantelar el
templo, o el estado/sistema normalizador/represor; pero de momento seguimos igual
y nadie quiere hacer(se) ni ser responsable de sus actos, sean propios o ajenos;
en el fondo nadie realmente quiere cambiar casi nada, aun nos compensa.
Puedo entender y de hecho entiendo a los
llamados “antisistema”, desencantados y hartos de tanta mierda que fabricamos y
atesoramos y no conduce a ningún sitio preciso, pero calificarse de “anti” y
luego perder el culo por los subsidios, ayudas, subvenciones etc. resulta igual
de incoherente y falso que esa otra ley del más fuerte de los corruptos y sus
abusos, querer ser más listillos y aprovecharse de los honrados y éticos que
son pocos. Si realmente lo que desean es ser “anti” ni deben vivir de, ni pagar
a, ni consumir esto y aquello, sino vivir autónomos, fuera del, no en sus márgenes
o de la caridad de unos y otros. Ellos también son sistema aunque vivan de las
migajas y también tienen voz, no pueden renunciar a elegir, a participar, a
promover…no se pueden alzar de hombros diciendo cosas como que la política no
les concierne; todo es política, hasta la calidad del aire que respiramos.
Porque haya políticos corruptos no vamos a
acabar con la democracia representativa, sacaremos a las manzanas podridas e
intentaremos construir otro sistema más humano, menos depredador. Porque haya
hombres y mujeres que son monstruos no vamos a acabar con toda la humanidad,
intentaremos educar, averiguar qué es lo que pasa, seguir viviendo mejor y lo más
en paz posible dentro de las contradicciones propias de la condición humana.
El odio y el miedo son las armas que usan los
amos, ellos desean que seamos ignorantes, que estemos asustados, que no
alberguemos otro futuro sino consentir sus privilegios, que digamos solo AMéN.
Y debemos rebelarnos contra ello, participar no como ganado sino como seres
humanos.
Félix
Menkar, 25 mayo 2014
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