Princesas suicidas
A Cristina Martín (Princesa Inca)
Usar la
palabra como medicina princesa
y compartir
la afección, la terapia en la radio.
Alumbrar
un libro ilustrado en el precipicio.
Tener mariposas
en la boca y no callar.
Ser ofrenda,
sostenerla con dignidad
y usar
la risa como desahogo y amarre.
Que la música
y la palabra trasciendan la locura,
el ambiente
mefítico de la ciudad,
los
brotes de irrealidad anulados con Clozaril.
Gritar por
las pequeñas cosas
que nos
hacen grandes
y sentir
nostalgia por la normalidad.
Tapar los
ojos que son carencias adquiridas,
encontrar
princesa esa oportunidad
y rentabilizar
las crisis.
Levantarse
de la cama y contar al mundo,
a tus
iguales tus miedos, los suyos.
Tu voz
es caja de música al cuidado de los espejos,
la
encarnación de aquellas princesas suicidas.
No hay
hueco para la cicuta purpurea princesa,
si lo
hay para la poesía al borde del precipicio.
Félix Menkar
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