Leemos poesía en silencio,
escuchamos los versos conversos,
asistimos al ritual de las letras en las
gargantas.
Bebemos, reímos, dicen que así nos
socializamos
y nos sentimos mejores, como los otros,
gansos para el engorde dejando pasar el
tiempo,
más limpios, renovados e ingenuos.
¿Qué buscamos en el apetito de los
oyentes,
la Comunión, el Nirvana, el Poder del
verbo?
¿Edificamos estaciones llenas de hojas,
refugios de palabras,
cálidas caricias y rumores de alfabetos
para mitigar soledades,
para empatizar espejismos?
Pero las palabras son palabras y no nos
salvaran.
No son actos, sino balbuceos
para aprehender lo inalcanzable,
arrojar las sobras, cambiar sangre por
versos
o (re)pensar este mundo que se
descompone.
A veces un poema nos desvela un
misterio,
nos plantea un reto o tritura el orden
establecido.
Pero, ¿cómo salir del verso y hacerlo
carne?
¿Cuándo el poema será chasquido y
romperá las pieles?
¿Cuándo sangre, beso, hacha o lluvia,
cuándo vida?
Felix
Menkar sept. 2010
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poema nº 28 del poemario "Y todo está por hacer"
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