26 de mayo de 2009

Unas líneas acerca de los recitales de poesía



Soy asiduo a los recitales de poesía –como otros lo son a la misa del domingo o a las reuniones del club de amigos de los caracoles, por poner dos ejemplos--, asisto digo a las sesiones de terapia de grupo que a veces llamamos recitales de poesía, acudimos allí los buscadores de la vida entre las palabras, los acongojados, los necesitados de ser escuchados, los desesperados; venimos a oírnos, a participar en el juego de los roles sociales, a aplaudirnos los unos a los otros, los otros al uno que es el YO: “buenas noches me llamo X y soy poeta”.

En estas reuniones encontramos guiños, cotilleos, abrazos y caricias –el compadreo habitual— y muy poca crítica y menos reflexión. Son rituales de la manada, reconocimientos de los mecanismos sociales de la tribu, estructuras de poder. Participamos en la ceremonia, cumplimos las normas y somos obedientes con la ley porque en el fondo somos corderitos, buenas personas, estamos algo locos en nuestra cordura eso sí, pero ellos los otros locos –los normales— nos ganan por mayoría.

El acto se acaba y regresamos a nuestras cotidianas rutinas del existir, a la terrible realidad inmune a nuestras voces y a los guijarros lanzados, --ni tan siquiera producimos arañazos en el pétreo muro del sistema--.
Estamos aquí dentro, al fondo, ESCONDIDOS, nos hemos desahogado un poco, lo justo para no estallar y que conste que no digo que estos actos no sean necesarios, lo son por supuesto y además bonitos: ¡¡Viva el amor y la poesía¡¡, pero son actos tan pequeñitos, tan románticos y heroicos como inútiles y a mi la verdad es que ya no me sirven, (se ve que he debido de perder la fe).

Las estructuras dominantes del poder de este nuestro sistema, que somos todos y controlan unos pocos se han hecho más versátiles; han aprendido mucho de las revoluciones fallidas de otros tiempos.
No somos peligrosos, no nos van a ilegalizar, ni a disolver y si fueran más listos aún, subvencionarían estos actos y nos darían alcohol y drogas gratis (gracias Orwell). Por eso me siento frustrado, pienso a veces que somos unos patéticos payasos, que les estamos haciendo la cama mientras se ríen de nuestras tonterías.

Así pues quizás debiéramos plantearnos: ¿y ahora qué?

Félix Menkar 17 mayo 2009

9 de mayo de 2009

Informe EDITA 09 –en clave un tanto psicotrópica--



Punta Umbría es Woodstock, está muy abajo, en el sur, en la otra punta del país y allí se celebra desde hace 15 años la reunión anual de los editores independientes, con representación variopinta de poetas textuales y visuales, de performers y personajes de lo mas exótico, provenientes de la península e incluso allende los mares, todos megacreativos y congregados por el mago-maestro de ceremonias llamado Timothy Stabile. Es encantador este tipo, me gusta y además juega con estilo todas sus cartas: tiene la extraña facultad de mezclar arte de acción con libros objetos, poesía de las calles oscuras con la de la barricadas, juntar en resumen arte, libros y vida, ideas, propuestas y voces hasta conseguir una amalgama exhaustiva, --en esos cuatro días que dura hemos intuido lo que se cuece aquí y allá, lástima que a los indígenas puntaumbrianos no les interesó ni una miaja, vista su ausencia--. Los que invadimos el teatro y el pub Reflejos podríamos ser tribus a veces enfrentadas, tendencias contrapuestas, pero Él sabe aderezarlo todo con un ambiente de buen rollo contagioso. Ya lo he dicho, es un gran hechicero. Y hacia ese eden del SUR nos dirigimos en peregrinación con nuestra furgoneta, un poeta-instigador, un neósofo, un artista total, un biólogo y la madre superiora. Al parecer representamos una propuesta valenciana llamada "El Dorado" fruto de la desbordante imaginación y entusiasmo de otra maga blanca llamada Alicia; nuestra misión: hacer valer la voz de la conciencia frente a tanto bukowskiano, representar a la tierra de las flores y el ardor ante la preponderancia perfopoetica sevillana y los antros de malasaña, ¿lo conseguimos? bueno…se hizo lo posible, variopinto, cinco largas horas de subir y bajar, de perder la voz, de exhibir el Yo y lo demás. ¿El resumen de los cuatro días? Pues cada uno los aprovechó a su manera, uno entre bares, otros escuchando, relacionándose, apartando moscas, aprendiendo, mirando otros mundos, acumulando información a raudales para procesar durante las próximas semanas, comiendo y bebiendo bien y en exceso, durmiendo poco, haciendo comunidad y cofradía de penitentes de este Primer Mundo que aun puede permitirse estos eventos. Y pese a todo, para mi la experiencia fue tremendamente positiva y lo será aun mas pasado tiempo y distancia, me gustó casi todo, --con los años he abierto de par en par mi yelmo y absorbo desde todas las direcciones y sin prejuicios lo que los demás me ofrecen--. Como colofón y mas allá de los vicios propios y ajenos de los “a-normales” allí congregados, del coleccionismo y los objetos, de ciertas maravillosas extravagancias para iniciados, cierta corte y élite de artistas divinos, pues en fin, decir que me emocionó en especial la propuesta de Luis Felipe Comendador y Antonio Orihuela de cómo transformar los beneficios de una editora, con la antología “21 balas” de poetas mexicanos, en tres proyectos de acción solidaria en el tercer mundo, ¡¡eso si es afrontar la realidad y encontrarle una utilidad concreta a la edición independiente¡¡, los demás mientras tanto ensayando nuestras ofertas en el circo de las variedades. Hermandad de los viajeros del EDITA un placer. Uberto, eres grande…vente para Valencia que hay mucho polvo que sacudir.
Félix Menkar
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