24 de enero de 2012

La genética del odio

22.-

La maleta del odio la llevamos en nuestro material genético: acoso del fuerte al débil, acoso de los triunfadores hacia los fracasados, deudas pendientes, denuncias y críticas contra los extremos, que se tocan, la intolerancia como signo de vida. Nuestra memoria está empapada de odio.
La historia es repetición. La civilización occidental ha llegado a lo más alto a costa de exprimir al resto del mundo; resplandece gracias a la opresión y a las carencias de los demás, si en algún momento retrocediéramos a los niveles de precariedad que existen en el tercer mundo enseguida se nos desvelaría la ferocidad de la barbarie y el caos.
Las personas en general son escasamente civilizadas, en síntesis la mayoría simplemente desean tener contento su estomago, sus necesidades básicas; su nivel de conciencia es básicamente animal y así nos va.
El punto clave es que SÍ es ese nuestro problema y nuestra responsabilidad el cambiar todo esto.

Félix Menkar - 8.11.2007

10 de enero de 2012

Dos problemas nacionales



El problema social enquistado en nuestra cultura se llama envidia, somos recelosos de lo que hacen los demás, esta vigilancia hacia el otro nos ocupa más tiempo incluso que el que empleamos en seguir nuestro propio camino. El otro gran problema de este país es que hay un elevadísimo número de hijos de puta. Lo son los banqueros, los prejubilados de los antiguos monopolios del estado, los especuladores egoístas, los enchufados, los recomendados y aprovechados, los caciques y sus secuaces, los políticos en su inmensa mayoría, los obreros y autónomos con su miserable silencio para así hacer la cama al sistema opresor, los votantes de los partidos mayoritarios que defienden lo mismo, o sea que nada cambie, si acaso algún matiz para dar la impresión aparente de cambio para ue nada cambie. Una asfixiante generalidad defiende, apoya y preconiza el modelo, el comportamiento social de los hijos de puta y así tenemos que los que por naturaleza detestan esa actitud, por miedo se convierten en sus cómplices con su silencio. Nos queda ese puñado de victimas, carne de cañón que son losperdedores natos. Y esos ya tienen su estigma marcado.

No vivimos en un clima de consenso social, no vivimos en un país civilizado sino en un nido de ratas donde cada una tira por su lado, mordiendo a la de al lado para evitar que llegue antes a ningún sitio.
Fmk
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