Poesías de régimen (2006-2007)

Poesías  de  régimen


Escritos entre marzo de 2006 y octubre de 2007  en Valencia.


La policía de los sueños


El funambulista se juega la vida a cada instante
deslizándose por el filo de la navaja,
a un lado, la oscuridad, el abismo,
al otro, el caos, ¿el renacimiento?
El cable es el azar, el sendero de libertad.

La policía de los sueños
velará por la seguridad de los durmientes,
interrumpirá al viajero en su éxtasis,
le acompañará amablemente a la normalidad.

La libertad no es bocado para controladores,
se escurre entre los trajes de los creyentes,
reniega de los verbos salvar, corregir, proteger,
todos ellos perniciosos en su humanidad.



Al buscarte te perdí

Al buscarte te perdí,
al soñarte te creé,
sentada y majestuosa
cual princesa de Babilonia.

Con ojos de acero,
el torso de mantequilla,
haces muecas desesperadas:
quisieras volar.

Soledad, como agujas
clavadas en los ojos.
Los enemigos del amor
no te pueden tolerar.



Fui joven hasta ayer


Fui joven hasta ayer.
A partir de entonces, envejecí.
Reconocí el paso del tiempo,
la finitud de una escarola,
el lento discurrir de los caracoles
y el susurro de las hojas
cuando te hablan bajito
entre el gozo y los olvidos.

Arropado por mi corte de las maravillas
paseo inquieto y feliz,
pisoteando mariposas
una mañana de junio.

Soy insolente y provocador,
un espantajo andante,
si me aburro miento.




Las tardes de Ofelia  


Ella se pinta los labios,
se mira en el espejito,
suena música de violín.
Un rio discurre bajo su falda,
es el baile, el sexo en movimiento.
Función social al atardecer.

Parece joven, de rasgos sutiles.
Se esfuerza por reír.
Su belleza es interior
y espera ser remolcada
por la sala entre abrazos ardorosos.

Música nostálgica y candente,
que alienta el desgarro de amores viles,
de pasiones altas y bajas.
Ofelia lleva tacones altos,
está algo triste,
no la sacan a bailar,
no la miran al pasar
y eso que se puso sus mejores galas.

Flores a modo de cantos rodados.
Invitaciones a la de al lado.
A veces piensa:
“¿seré invisible?”.
Función social al atardecer.


El álgebra de la necesidad


Se muestra desnuda al sol para que ellos
La vean en plena adoración incandescente
La flauta acariciando sus puntos erógenos
Un saxo sugiriendo órganos profundos

Bajo un manto de piel y veneno 
Cien mil ecuaciones imposibles
Obsesiones transcontinentales
Tocata y fuga a ritmo de jazz

Un aro incoloro rodea su sexo
Cuentas de cristal llenan los agujeros
Recipientes de locura y deseo
Los pactos del mediador sin rostro



La división de los indeseables


De joven es obligado ser iconoclasta,
sin esa rebeldía no saldríamos del fango,
pero al madurar es preciso ser agradecido,
reconocer el esfuerzo de los otros,
sus aciertos y errores,
los actos que nos han legado
para que legítimamente sean aprovechados. 

Esa energía ardiente y negra,
acervo vital y cultural del exiliado.
Lacerar el ojo del camaleón
antes de que se esconda en el manglar.



Clamor artificial



En la oficina de la vida salvaje
denuncio a este siglo XXI
donde la escasez de agua
es un asunto dramático;
los patos agonizan,
las ranas ahogadas son victimas
del cambio climático.
Surge del cemento el tirano.
Como un ángel amárico
pasea junto a los artistas apáticos.
Los golpes, los quejidos,
el recuerdo del sonido
del agua, su recorrido.
Bebe el poeta del informe
especial de mis sentidos,
pasión y silencio.
¿Viviré acaso para sobrellevarlo?



Manual para náufragos

    -- Poesía de régimen --

Inventar la realidad,
(otro mundo es posible).
Confiar en algunos seres humanos,
(intercambiar muecas).
Despreciar las vanidades,
(un espejo por favor).
Comprar tiempo,
(lo demás no importa).
Provocar a los artistas,
(hoy día cualquier idiota se cree artista).
Instigar a los indecisos,
(¿amor o sexo?).

Servir franqueza que parezca fiereza,

(¿fulminar o deslumbrar?).

Entornar los ojos cuando venga la luz,

(jamás mirar hacia otro lado).

Esperar despierto hasta que amanezca,
(si duermes te lo pierdes).
Sentir mil dolores pequeños
y uno bien grande.

                                -------

Manual para náufragos sintéticos


           -- versión dietética --

Sentir mil dolores pequeños
y uno bien grande,
servir franqueza
(trazos de deslumbrante fiereza),
instigar a los indecisos,
provocar a los artistas,
comprar tiempo,
ojos y luz,
esperar que amanezca.
Confiar en los seres humanos,
despreciar las vanidades,
inventar la realidad.




Registro de lo imposible


La memoria es una máquina del tiempo,
un campo de batalla.
Registros y hábitos.
Imágenes de espacios vacíos,
un hueco necesario en el corazón,
el lugar donde sedimentar las emociones.
Surcos en los peldaños.
Roces, quiebros y el deterioro interior
del artista que nunca se extravía,
que colecciona palabras huérfanas,
que desmonta y recompone sentimientos,
que escupe e implora reconocimiento,
un lugar en el mundo
de lo razonable,
de lo necesario,
entre las pequeñas cosas que nos atan
y nos impiden precipitarnos al aire.
Registro de lo imposible,
una tarea ingrata,
estéril, pero necesaria
como el beber, como el amar,
como el ser o el no estar. 



La poesía no lleva a ninguna parte


La poesía no lleva a ninguna parte.
Intento fundar mi propio alfabeto.
Prestigio infundado: mi punto de vista
de donde nunca vino nada bueno.
¡Enterrad los cadáveres políticos!

Aunque desentone siempre
llevo el peso y el dolor de los míos,
el paroxismo de la glándula venenosa,
la resistencia infecunda,
la risa y las bofetadas,
la herejía inducida por el polvo y los dogmas
camaleónicos, miserables.
Solidaridad entre la hojalata del milenio.

Encarno mis limitaciones con púas y dientes,
uso los utensilios de un escritor
con fondo pero sin forma.
Y si algo he aprendido es
que el cometido de un exaltado
es revolucionar la realidad
de los intolerantes.



Lluvia de ceniza


Pasos perdidos,
una vida malgastada.
Feliz extravagancia
dejar pasar el aire.

Ausencias y soledades.
Las madres y los niños
ejecutan sus rituales,
babean sus mentiras.

Brotar entre ellos
radiante, de puntillas.
Los ojos suplicando un
¡sácame de aquí!

Identidad del estiércol.
El narcisismo es un crimen.
Templo onanista,
desiertos celestes.

Otoño del alma
y el tiempo que se escapa.
Reflejo que al doblar la esquina
se lleva el sol entre tus cabellos.

Lluvia de ceniza
que enturbia la visión.
Las calles grises, frías,
indiferentes a nuestras necesidades.



Altura de una nube 


Extraño el juego de encontrar en un espejo
del que pasado fue y será recuerdo,
piel y manos sin movimiento,
flores de marfil purificadas.

Me gusta despojar miradas
con la sonrisa fluyente,
los rasgos amalfiteños,
ese temblor de músculos,
el retrato de lo cotidiano,
el ver pasar lo ocurrido
a través de un sentimiento disoluto.
Asoman por los cajones
ataúdes pequeñitos
para depositar los recuerdos.
Desarmar el nudo de los enigmas.

Es curioso estar ahí adentro,
en el centro de tus ojos,
formando parte --al menos—
de cada pequeña historia.
Ese brotar de la voluntad que da la forma.
Imaginemos sin concesiones
una cabeza que exclama libertina:
“¡A intentarlo de nuevo!”



Autopista de la añoranza


Azote de burgueses.
No confiar en nadie.
invasión de las píldoras azules,
estampida de piezas eléctricas.

Insectos y muchedumbre
comparten las calles.
El odio es genético.

Dependencia humana
de la sociedad que atropella.
en la autopista de la añoranza,

Avidez por provocar
cruces e interferencias.
El doble lenguaje de la producción.

Violentamente comprometidos
en la búsqueda del sentido
último de las cosas.



Beso y sueño verde 


La noche deslunada.
La mar acostumbrada
a una infinitud de cálidas lágrimas
y la locura se implanta
en un injerto de flores.

Residencia y horas de amargura,
los deseos esenciales.
La sangre entona tu nombre,
pura,
       roja
 indulgencia.
Infusión de estrellas.



En tránsito



A modo de preámbulo…

Sin relatar historias, acumulando la cosecha de palabras, intentando desmenuzar imágenes, fragmentos inconexos del azar, pedazos de un espejo primordial que al ser nombrados representarían la divergencia de una alucinación.
Rehabilitar el alma poética, la bilis inspiradora.                                       
                                                                      Félix Menkar



El poeta resiste


En plena ebullición de la estupidez humana,
abriéndose paso entre el estruendo de los fanáticos
y la prepotencia de los imbéciles,
discurre el poeta,
ese ingenuo representante de la imaginaria belleza,
siempre rozando el fracaso
pero disfrutando con su creación,
sin interés ni por el éxito ni por el lucro,
desdeñando los resultados y las consecuencias
o la producción ¿necesaria? de más versos.
El poeta resiste en tiempos de capitalismo salvaje,
de consumidores compulsivos
ajenos a la reflexión y a la lectura.
¿Qué puede haber hoy en día más inútil que la poesía?
Inútil para la sociedad, pero necesaria
para minorías resistentes,
para mentes críticas, inquietas y avezadas,
para los escasos seres humanos
penetrantes y desgarrados,
que aún se conmueven con los sentimientos
y dedican tiempo a ser protagonistas de sus vidas.




Poema de amor (un tanto extraño)


El amor, mercancía de las emociones.

Las creencias, ¡malditas!, reaccionarias.
Las ideologías, abominaciones de la humanidad.
Los sistemas, imperfectos y perversos.
Los políticos, corruptos y siniestros.
Los estados --todos ellos--,
las naciones,
los símbolos,
las comunidades,
las ciudades,
incluso las calles...,
no me ofrecen suficiente confianza.

Lo público, lo privado.
Nuestro recinto íntimo: el cuerpo.
La mente, cual pulpa y comité de instintos.
La cómoda rutina de las pequeñas cosas inútiles
que construimos para olvidar
que debiéramos luchar
por cambiar los fines y los medios;
aquellos rincones donde nos escondemos,
mientras discurre el incesante desfile de vanidades,
no me ofrecen suficiente confianza.

Tus brazos, sí.
Alfa y omega.
Refugio para los navegantes.




Tres piezas de mayo

Madurez


Argamasa formada con el letargo y la experiencia,
extraño umbral de calentura y desazón.
Ese período que no deseamos que acabe
y al que no deberíamos haber llegado con tanta carga.
Una sinrazón más del fracaso,
de los amores perdidos,
del tiempo que inexorable se nos escapa
como el agua sucia por el desagüe.
Mucho más sabio, mucho más frágil.
Madurez absurda: la felicidad, ¿existe?


Barreras

Hay cincuenta centímetros
entre tu cara y la mía,
cincuenta centímetros de soledad,
de sentimientos escondidos,
de confusión, de extrañeza, de dolor.
Cincuenta centímetros que separan.
Una barrera infranqueable.
No es posible traspasarla,
excepto para despedirse.



Los ojos

Muy pocas veces
observo fijamente
los ojos adversos del interlocutor.
Me aterra el abismo que hay tras ellos,
la contradicción en sus palabras,
la confirmación de las mentiras.
Una puesta en escena estrictamente defensiva,
puro teatro, estrategias de mercaderes.
En cambio, en ocasiones,
cuando se traspasa
el umbral de las medias verdades,
de lo socialmente correcto,
y la conversación se convierte en sintonía,
salta la chispa, se ilumina el alma,
sobreviene un lapsus;
es el momento de mirar a los ojos,
de atreverse y sumergirse en la verdad
radiante de los sentidos
y encontrar un espíritu amigo.




B a b e l


Toda desdicha podría comenzar
por un malentendido.
Usamos las palabras de forma
fortuita, errónea, frívola
y generamos mucha tensión,
cargamos el ambiente de electricidad.
Sucede que el aire se vuelve irrespirable
como si fueran a saltar chispas,

Babel, lo que debería ser fácil
se convierte en terrible, en confusión.
Hablamos, pero no nos entendemos,
y las emociones siempre a flor de piel.
A veces Babel es intención,
otras es “falso movimiento”.
¿Por qué nos dejamos llevar
por sus funestas consecuencias?

El mundo se encuentra fragmentado
y sus criaturas se retuercen de dolor.
Para algunos la atracción del abismo
es demasiado fuerte y el destino parece
cebarse en ciertas personas,
las más preciosas, las más sensibles,
abocadas sin remisión
a arrojar su vida por la borda.

El poeta debe sugerir propuestas iluminadoras.
No sirve cualquier cosa a cambio
de encontrarse con la verdad.
Todo sacrificio es exagerado.



Los que tozudamente buscamos la libertad


Todos que tozudamente buscamos la libertad
debemos estar siempre alerta,
intentar vacunarnos con la mirada crítica.
Tenemos que intentar comprender
los procesos de instrucción incesantes,
los principios de socialización sempiternos.
El poder no pretende cambiar nada más
que lo estrictamente necesario,
para que todo siga siendo lo mismo.
La ingenuidad no escuda la verdad.
La democracia suaviza los métodos
y las formas, pero no el fondo.
Los lavados de cerebros son,
hoy en día, globales.

En lo posible, no cambiemos.
No seamos cómplices,
marionetas o instrumentos
de sus criminales designios.



Cuando en la vida no hay humor, sobreviene la tragedia


Mírate en el espejo.
Eres un tonto,
una masa de carne,
asustado, egoísta y vil.
La obra máxima de Dios:
un manojo de fluidos en descomposición.
Tanta arrogancia, tanto odio
y tan exiguo el conocimiento.
Tanta escasa reflexión.

El padre no conoce al hijo,
el marido no conoce a su mujer.
Nadie conoce a nadie.
Estamos enfermos, huérfanos de amor.
El odio se yergue como fuerza primordial
sobre todas las cosas.
Qué mundo tan terriblemente absurdo
Y, sin embargo, tan maravilloso.

Si no intento curarme,
si no pretendo curarte
y sacar lo mejor que hay en ti,
¿de qué nos servirá cambiar el mundo?,
¿para qué seguimos viviendo?



Territorio confidencial


No me queda más remedio
que reconocer mi afiliación
al club de los presuntuosos.
Pero, eso sí, mantengo ciertas reservas
y expreso –por escrito-- mis indecisiones.

Mis quehaceres creativos
(a veces también la actitud vital)
procuran ser acciones pedagógicas
basadas en el amor y la provocación.
Perdonad si molesto,
no hay mala intención,
ni propósitos ruines,

Intento que los que me rodean
sigan pensando por su cuenta,
que mantengan su criterio a flote
frente a las presiones estandarizantes
de este nuestro sistema
que nos amamanta y tutela.

Intento que nos planteemos ciertas preguntas,
abrir puertas y a la vez sembrar dudas,
poner zancadillas a los discursos preparados,
a las justificaciones convencionales
a las (re)presentaciones formales.

Intento conservar esa posición incómoda.
Diseminar migajas en terreno estéril
manteniendo un cierto pudor, una cierta irreverencia
y el respeto por otras aptitudes,
por otros comportamientos.

Desconfío profundamente de los profetas.
Recelo de los egocéntricos,
de los vendedores de humo.
Intento mantener a raya la nostalgia
y aceptar que las convicciones impenetrables
presentan quiebros y fisuras.


La provocación podría ser un ensayo,
un viaje hacia la lucidez,
a pesar de la neblina
del todo vale y del éxito fácil,
prescripciones y dogmas
de estos, nuestros tiempos



La poesía como delito

Cada poema es un crimen,
un pecado en la oscuridad,
la confesión del suicida.

La poesía, esa vieja puta
      declamada,
               manoseada.
                        maltratada,
esa rabia contenida,
esa analogía del consuelo,
esa metáfora del final
que nos preserva del asco permanente,
que nos envuelve
y nos devuelve
a la violación de las señales,
al sentimiento primordial,
a la redención de la culpa.



Ser heterodoxo hoy


Ser heterodoxo hoy
va más allá de ser
socialmente incorrecto,
disconforme con la norma,
los modos y las modas,
vivir a distancia el optimismo,
mantener la perspectiva,
usar la ironía
y cierta deriva irracional,
y la inteligencia perspicaz
para evitar no caer en la trampa,
para no ser engañados por enésima vez.
Algunos debemos lanzar los alegatos,
generar la incertidumbre,
incitar al pensamiento libre
ante tanta futilidad y desvarío.



Los profesionales del miedo


Dentro y fuera,
sea desde las instituciones
u oscurecidos en la marginalidad
existe una casta de personajes
que hacen del miedo su profesión.
Discurren por la vida
imponiendo sus sinrazones
con amenazas y agresividad.
Son los brutos, los matones,
que se sentirían más cómodos
si retomáramos el camino
de vuelta a la jungla,
de donde partimos hace
miles de años.
Intimidar es fácil,
usar la violencia también.
Lo difícil,
       lo valiente,
                 lo grandioso
es convencer, crear confianza
y convivir en una sociedad
más justa, mestiza y plural.



Pequeños placeres


El invierno,
estar en casa
escribiendo
plácidamente,
con un té humeante,
(ese mix de menta y te verde
que tanto me gusta).

Contemplar, desde mi ventana,
el skyline de la Olivereta
y, al fondo, hacia el norte imaginar
mi querida y denostada Barcelona.

Mirar la pantalla del ordenador
que parpadea, que es un espejo,
una línea de comunicación, un archivo
y una blanca hoja de papel
para ensuciar con letras y signos.


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