Hace sol y su pelo rubio
inflamado,
el pelo rubio y fino como de
ángel
ondea a modo de bandera,
que es mandil, que es harapo
para tapar la belleza de una
mañana radiante.
Vergüenza sentimos por ser
dichosos y los demás miserables.
Quizás debamos reprimir nuestro
gozo
hasta que sea un canto de todos.
Sabemos bien que solos, aunque
felices
no llegaríamos ni a la esquina,
si nos cerraran el paso.
No es fácil, nada es fácil y sin embargo
podemos estar acertados, o
presos en esta variedad
multicolor.
Solo tenemos que evitar los
agujeros,
solo buscar las formas integras,
etéreas,
hacer que cada día sea diferente,
único.
Todo empieza siempre de nuevo
y siempre es lo mismo,
uncidos al poste giramos ciegos.
El cansancio es la pequeña muerte
y la saturación viene con el
vacío,
los espejos mejor empañados
para no vanagloriar al ego,
la casa a veces, debería estar en
ruinas
para obligarnos a visitar --más a
menudo—
el jardín de la alegría,
para volver a sentir los latidos
de la vida.
26 diciembre 2009
Del poemario "Registro de lo imposible"
Del poemario "Registro de lo imposible"
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