--Abrir un grifo es dejar fluir el agua, sin límites—
Una de las características de los seres humanos es nuestra dedicación a inventar y desarrollar nuevos productos y/o engendros y otra contrapuesta el limitar o poner barreras o contenedores para intentar frenar los efectos desbordantes de lo natural, o si lo preferimos del caos.
Vienen estos prolegómenos a cuento de un debate hoy de actualidad como es el de las llamadas “redes sociales”, una supuesta utilidad que nos plantea ventajas e inconvenientes; en especial preguntas: ¿sirven para algo, aparte de su uso como entretenimiento o sustitución interactiva de la TV?, ¿es necesario y tiene sentido “coleccionar” cientos o miles de amigos en facebook? –a veces ni sabemos quiénes son--, ¿se pueden sintetizar ideas, comunicarlas en 140 caracteres?, ¿no sucede que se requetebanalizan un poco más aun las relaciones sociales?, en fin una larga serie de cuestiones…
En mi opinión –como es corriente en estos tiempos—, concurren demasiados factores, se mezclan motivaciones, carencias e incluso ilusiones en los nuevos medios de comunicación. Como en todo producto tecnológico y global, lo que se ofrece a “todo el mudo” acaba siendo un pastiche.
La condición humana es la misma y marca su territorio: las empresas y corporaciones lo usaran como publicidad y reclamo, los mercaderes, los artistas, escritores y demás ralea como promo de sus mercancías, de sus obras, el iluso buscará esperanzado en los otros, en vez de cultivar su autoestima, el curioso o recolector llenará su zurrón de disparates, excesos y banalidades, el exhibicionista cumplirá sus deseos por mostrarse y simular lo que en la vida real no se atreve a realizar, el incauto se dejará engañar (está en su naturaleza) y el estafador o los impostores se aprovecharan, engañaran y robaran si pueden hacerlo, esconderán tras sus mascaras sus autenticas intenciones, al igual que en todas las demás representaciones de la tragicomedia humana.
Las redes sociales no son tan diferentes de las demás, así pues llama la atención cuando salta la polémica, cuando algún músico u otro personaje conocido echa pestes de Twitter o Facebook diciendo que está plagado de banalidades, que el 98 % de sus usuarios son descerebrados, subnormales o “culoblandos” –como decía Calamaro hace poco--, desde luego tiene su parte de razón cuando saca a relucir lo que ya todos entrevemos: que esta generación “ni-ni” está dispuesta a profundizar bien poco y a movilizarse menos, a trabajar o construir un futuro viable ni se lo plantean, lo justo, pero ¿qué esperaban esos personajes conocidos por todos?, ¿los elogios de los fans, la idolatría, vender más o inspiración para sus nuevas canciones o libros?, alude Calamaro que los usuarios de estas herramientas son “basura posmoderna, niñatos vacíos y de falta de sustancia”, seguramente este arrebato iracundo viene dado por la frustración, la pérdida de tiempo que conlleva mantener cualquier tipo de contactos activos con lo que representa “el mundo real”, o sea difícil que un personaje público en un medio como “twitter” pueda conversar sobre el destino trágico de la condición humana p.ej., o quizás pensó ilusamente que sus versos iban a cambiar el mundo y se encontró con respuestas en forma de insultos, ruido banal, superfluo o sea basura, y ese sí, es básicamente un debate: demasiada basura en este mundo, excesivo e innecesario tanto desperdicio de recursos de todo tipo incluso orales, sobra tanta frivolidad y estupidez; pero recordemos que eso, lo produce nuestro sistema de vida, nuestros valores sociales, el mercado y el consumismo, la falta de referentes, etc., su objetivo no lo olvidemos es modelar necios elementos útiles –piezas de un engranaje-- para uso y abuso de los de siempre. ¿Basura en las redes sociales? Sí, y fuera de ellas, por doquier.
Félix Menkar. 29 agosto 2010
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