2 de septiembre de 2012

Abominaciones. Texto leído en el 2º Encuentro de Escritores X Ciudad Juaréz. Recital Rayuela.


Abominaciones  (palabras contra el terror)
No devolveremos la vida a las miles de asesinadas, de inocentes, pero las tendremos presentes, y queremos paz.

 
Había pensado en escribir un poema, otro poema más sobre la masacre de Ciudad Juárez, otro poema buscando respuestas o culpables, o la causa de tal aberración, pero no surgía el poema, si en cambio la reflexión (no ha cesado desde que tuve conocimiento de los hechos), si incluso el plantearme los motivos que llevan a organizar este tipo de actos, esta catarsis colectiva, este gran ejercicio de resistencia, que tiene también algo de acto de fe, ¡Cómo si pudiésemos realmente combatir contra la abominable maldad humana¡. Y podemos, de alguna forma estamos incidiendo, haciendo presión, fuerza, hemos situado a Ciudad Juárez en el mapa de la ignominia, de la abominación.  Y podemos cambiar la situación si dejamos –aunque sea por un rato—de lado nuestros intereses personales, nuestros egos, los enfrentamientos, la necesidad de rentabilizarlo todo, de competir; estamos aquí --o eso creo--, realizando un acto global, comunitario y hermoso contra las aberraciones de todos los Juárez que nos quisieran devolver a lo más oscuro de nuestros impulsos criminales.

No debería servir este evento solamente para mitigar nuestro sentimiento de culpa, pues sabemos bien que en el fondo somos cómplices de esas muertes; porque sabemos que para que nosotros podamos vivir más o menos bien (incluso algunos en precario), lo hacemos a costa de otros que están aún peor; que para evadirnos con esas drogas que tanto nos gustan existen unas redes de narcos sin escrúpulos que tratan a las personas como mercancías desechables, ¿dejamos de comprarles?; sabemos que las trabajadoras de las maquiladoras son esclavas necesarias para que podamos disfrutar de nuestros aparatos electrónicos y de la vida consumista que llevamos ¿estamos dispuestos a cambiar de modo de vida?, la respuesta es NO, por lo menos mientras podamos mirar hacia otro lado y no sentir, oler o tropezar con los cadáveres de los nuestros. 

En realidad este Uno de Septiembre debemos gritar, emitir un grito común contra la abominación contra los crímenes; aunque parezca un gran alarido de impotencia, no es un acto inútil, (los impedidos también respiramos e incluso a veces tenemos cierta y limitada capacidad de elección), somos cientos de miles los escandalizados por esas muertes, por esos abusos; pero más allá del dolor, de denunciar, de dar luz, que no es poco ¿Qué podemos hacer si tampoco estamos dispuestos a extirpar de raíz las causas que subyacen en este viejo fenómeno de los genocidios?; porque el mal está muy profundo, muy diversificado, está en todos nosotros y tenemos que enfrentarlo y mantenerlo a raya, porque estamos enfermos de in-humanidad, debemos pues curarnos, no hacerlo aquí y ahora, bajar la guardia significa que en cualquier momento resurgirán los genocidios en México, en Siria, Noruega o en nuestro propio barrio.

Mi apoyo como no a todo el movimiento de escritores por Ciudad Juárez, pero por favor no olvidemos mañana que los artistas, los escritores, los poetas en tanto que no denunciemos, no solo los hechos, si no lo que escondemos en el patio trasero de nuestras vidas y nuestras emociones, desde el momento en que nos relajamos y dejamos de luchar contra ese mal, contra la oscuridad y el desvarío de este mundo, estamos dimitiendo de nuestra responsabilidad y permitiendo que esta locura crezca y se desarrolle, de poco sirve sentirlo, escandalizarse ni lamentarse: el crimen forma parte de nuestra cultura, de nuestra sociedad cristiana y depredadora. Somos responsables de esas muertes en Ciudad Juárez. Y a partir de ahí podemos decidir si queremos que sea el miedo, o nuestros intereses y nuestros pequeños mundos egoístas los que prevalezcan o queremos y podemos intentar construir algo diferente. Entonces quizás empecemos a solucionar este y muchos otros de nuestros problemas actuales y algún día, en algún sitio dejen de ocurrir estas abominaciones.

Félix Menkar.   29 agosto 2012

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