Al iniciar el día
separamos los parpados
conectamos las orejas
y ya estamos a merced de un aluvión
de congéneres henchidos y satisfechos,
un laborioso enjambre:
la bien organizada hueste de los inanes.
Abundantes y activos, inundan con su futilidad,
los sentidos y la conciencia,
con sus tonterías
del sobrevivir, aunque
sea como simples gusanos.
(que me perdonen los gusanos).
Los encontramos
por doquier, como se dice hoy en día
globalizados,
absolutamente letales
produciendo objetos inútiles,
consumiendo inmundicias culturales,
alimenticias o televisivas, de evasión y huida
cualquier cosa que les evite reflexionar
dirigir su atención
hacia el devenir de un mundo exhausto
que se hunde bajo el peso de tanta trivialidad.
Siempre ha existido ese ejército,
esa mayoría silenciosa, inane
pero ahora tienen poder en los medios,
un mercado a su servicio,
que les alimenta demente, voraz
y la fragmentación que simula diversidad,
riqueza de contenidos, pero que en realidad
es bazofia sin brillo, mediocridad a raudales.
La batalla continúa, alguien tiene que decirles
que el mundo no puede mantenerse
con tanto despilfarro, al ritmo y capricho
de millones de seres indolentes, que
progreso y expansión no significan
un crecimiento alocado y que sus excesos son criminales,
que no podemos permitírnoslo,
que hay que corregir esa deriva insensata.
No podemos seguir sangrando al tercer mundo,
o explotando a los llamados países en desarrollo
para seguir manteniendo este espejismo de felicidad,
debemos recuperar la cordura, la sensación de realidad
estamos desperdiciando un tiempo precioso
y cierta maravilla gozosa llamada existencia:
un sentido consciente y pleno de la vida.
Félix Menkar
8 enero 2009
del Poemario "Ofensas y dentelladas"
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